Las casas de apuestas y otras desgracias

picture of blog

Las casas de apuestas y otras desgracias. Recuerdo la primera vez, y última, que entré en una casa de apuestas. Un lugar donde el tiempo y el espacio se contraía y deformaba para crear una realidad fundamentada en la única esperanza de conseguir dinero. Vi con claridad como estos templos de la codicia eran obras maestras de la ingeniera social, de la manipulación colectiva en su sentido más deshumanizador, piezas de orfebrería al servicio del capital más descarnado. Por desgracia las tibias leyes que ocasionalmente cuestionan estos negocios llegan tarde y con escasa pegada. Para cuando la burocracia toma cuerpo estas empresas ya han mutado. El virus es inteligente. El mercado amplio y heterogéneo. Su capacidad de adaptación incuestionable. Ahora que se le ha puesto veda a su publicidad en los medios tradicionales han dado el siguiente paso. Los streamers.

salon de juegos

El público objetivo de los juegos de azar y las casas de apuestas, en cada una de sus variadas formas, siempre ha sido el mismo. Los pobres. La clase trabajadora. Adormecida por el sueño de un ascensor social averiado, y por sus aparentes atajos. Las masas. Explotadas y reducidas a la moderna esclavitud del trabajo asalariado. El problema es que las reglas del juego nunca se establecieron sobre la horizontalidad. No somos su comunidad, recordadlo cuando escuchéis sus eslóganes. Su objetivo final es la usura y la degradación de los escasos tejidos sociales de solidaridad y convivencia que quedan entre la gran masa que somos los desheredados. Y claro está, los ahorros. Los buitres corporativos, intercambiables como cromos, pero siempre con su vuelo alto, otean la tierra yerma para encontrar el último vestigio de independencia. En esta nueva era del streaming los carroñeros han desplegado sus alas. Por unas cuantas migajas publicitan sus casinos online en canales de diferentes plataformas.

Sería fácil acusar a las nuevas generaciones de una inocencia pueril, pero sería mentir. Todos somos posibles víctimas en un mundo donde la firmeza ante los abusos del mercado se ha diluido en guerras vacuas e intereses forzados. La publicidad perfecta es aquella que se disfraza de interés genuino. Más o menos encubierto el virus se ha filtrado en nuestras pantallas. Pequeños canales que sueñan con el triunfo y la fama aceptan sin resistencias las más ligeras ofertas. Unos miles de euros con unas horas de juego en directo garantizadas. Fácil, limpio y efectivo. Un público anónimo a la espera con sus debilidades, miedos, pasiones, intereses, esperanzas, vicios, … Alguno entre la multitud morderá el anzuelo. Alguno entre la multitud conocerá los horrores de la ludopatía. Tal vez un niño, tal vez un adulto, pero siempre una hija, un abuelo, una madre, una familia o unos amigos encarnaran en su entorno la manifestación pura y oscura de la adicción. Los bolsillos ajados de cualquier gamer anónimo no están a salvo. Nunca lo han estado. Ahora también golpean a la psique. Dinero y mente, la salud y la estabilidad en sus beneficios mensuales. Los juegos de azar no son juegos. Las apuestas no son juegos. A los casinos, también a los digitales, no se va a jugar. Se va a morir. De muchas formas.

juegos de apuestas en linea

Los juegos son tan antiguos como el tiempo libre. Su evolución en el tiempo es un camino de sofisticación y tradición. El espacio donde se desarrollaban un lugar de socialización, encuentro y aprendizaje. Los juegos son sinónimo de diversión, solo o en grupo. Los videojuegos tan solo el escalón cultural que nos corresponde vivir, pero son nuestros y debemos luchar para que así siga siendo. No más micropagos, no más cajas de loot, no más sobres, no más casas de apuestas. Castigad a las compañías que las incentivan, a las desarrolladoras que lo permiten, a los streamers que los promueven. Queremos jugar y divertirnos, gracias. Queremos, y podemos, jugar sin vosotros. El mercado es grande, y fuera del hay muchos espacios. Ocupadlos. No apostéis por la usura, el robo y el latrocinio. No aceptéis el dinero manchado de vidas rotas. Coged vuestros mandos, vuestros teclados y recuperad lo que es vuestro. Volved a jugar.